Una dulce melodía de finales de los años 60´s nos conduce al extremo occidental de la más famosa avenida de Paris, Des Champs Élysées y al ritmo de esta tonada llegamos a unos veinte metros del famoso Arco del Triunfo.
Por: Verónica Lévano
Una dulce melodía de finales de los años 60´s nos conduce al extremo occidental de la más famosa avenida de Paris, Des Champs Élysées y al ritmo de esta tonada llegamos a unos veinte metros del famoso Arco del Triunfo.
Un monumento ideado por uno de los más grandes genios militares de la historia, el primer emperador francés, Napoleón Bonaparte, quien después de la victoria de la Batalla de Austerlitz, decide rendir homenaje a los héroes de la patria erigiendo un arco triunfal, cuya construcción empezó en 1806 y tomó treinta años.
Este icono de la identidad francesa se ubica en la Plaza Charles de Gaulle, otrora Plaza de la Estrella, formando una rotonda donde convergen doce avenidas, lo que le da un aspecto radial y justifica su antiguo nombre, un hecho más por el que cumple con los planes urbanísticos del Barón Haussmann, de ubicar los monumentos más celebres al final de cada gran avenida. Desde la parte alta se puede tener una vista panorámica de los numerosos inmuebles que lo rodean y otros atractivos como la Plaza de la Concordia y el famosos Obelisco de Luxor a dos kilómetros de distancia.
En su interior hallamos un museo que nos relata los hechos de su historia y edificación. A sus pies podemos observar una flama, que es encendida todas las noches cerca de la Tumba del Soldado Desconocido, fallecido en la Primera Guerra Mundial.
En su fachada encontramos cuatro altorrelieves que representan diferentes momentos en la historia francesa. La Partida de 1792, que hace referencia a la Primera República Francesa, a través del levantamiento del 10 de agosto que fue uno de los detonantes para terminar con la monarquía. El Triunfo de 1810, que conmemora el Tratado de Schönbrunn firmado con Austria. La Resistencia de 1814, formada por soldados de diferentes países que buscaban combatir a los franceses, y La Paz de 1815 en recuerdo al Tratado de París firmado después de la derrota de la Batalla de Waterloo.
Es increíble pensar que, detrás de cada pieza arquitectónica podemos hallar una vasta carga histórica que le dé mayor valor a nuestros viajes.
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