Natural de Parinachonas – Ayacucho, radicado en Huancayo, el Maestro Ronald Sevilla nos comparte un poco de la imponencia del charango ayacuchano y su inacabable labor de revaloración e innovación de este instrumento.
Por: Ylich Raymundo
Aquel viernes de vagabundeo en redes sociales, me llamo mucho la atención el anuncio de un concierto de Charango Ayacuchano. Receloso de que fuese a ser en Lima (como la mayoría de eventos de este tipo), le puse atención al lugar, muy claro decía Huancayo. El concierto empezaría en media hora, no me lo podía creer. Presuroso de perderme tan magno evento, salí raudo, camino al auditorio del Arcije – Junín. En el trayecto me preguntaba cómo era que un charanguista ayacuchano tocaría en nuestra ciudad. No es algo muy común.
Solo 12 personas, el escenario, dos pequeñas luces, parlantes y dos micros aguardaban el inicio del concierto. Había una mesa con unos 3 charangos. Siendo un poco conocedor del Charango Peruano, me anime a examinarlos, indescifrables. Es en este punto, en el que uno descubre que cuando más aprende sobre nuestra grandiosa cultura, menos siente que sabe.
Se anuncia por el micro la presentación del concertista de Charango, el Maestro Ronald Sevilla, discreto y sencillo, tras unas palabras cortas comenzó a tocar. Mágicos son los sonidos nuestro charango ayacuchano. Muy poco conocidos incluso por algunos de nuestros propios charanguistas. Ese matiz en el sonido, ese gustito, esa dulzura melancólica con sabor a esperanza que tienen los ayacuchanos. Pierde uno la noción del tiempo con esas melodías adueñándose del ambiente.
“Trukita”, “Pariwanita”, “Lucerito”, entre otras canciones ayacuchanas sonaron y encantaron aquella noche. Sin olvidarse del centro, el maestro interpretó un popurrí de huaynos y el famoso tema santiaguero “Toril”. Terminado el concierto, voy presuroso, hace mucho que quiero probar un charango ayacuchano de 6 cuerdas, el peruano, el original. Me acerco al maestro y le pregunto sobre los tipos de charango y afinaciones. Me quedo asombrado por la cantidad de afinaciones, estilos arreglos, repiques, y trinos de nuestro majestuoso charango.
Ya en su casa, tras una gentil invitación, converso con el maestro. “El charango es mi vida, lo es todo para mí, aprendí desde muy niño, viendo y escuchando a los interpretes ayacuchanos en Parinacochas – Sara Sara”, me comenta. Muy curioso de saber cómo llego a Huancayo me responde, “Hice mi internado en el hospital Esperanza de Cerro de Pasco. Durante ese tiempo me enamore de la quien hoy es mi esposa, con la que tengo dos hijos”.
Mientras observo curioso, los detalles de los charangos inventados por él, me cuenta que, durante su juventud, como estudiante de medicina en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, formó parte del grupo “Kenco” (Zigzag en quechua). Y tuvo la oportunidad de viajar a Europa por una gira, a la que no aceptó por estar a un año de graduarse como médico. Difícil decisión.
Con un disco grabado en su repertorio, dentro de sus muchos proyectos, se encuentra un libro sobre las innovaciones en el diseño e interpretación del charango ayacuchano, impulsar un museo del charango en la ciudad de Cora Cora. “La música ayacuchana, representa los sentimientos más profundos del sentir humano, y también, se caracteriza por estar acorde al momento de la coyuntura socio política. En los huaynos se llama la atención sobre las desigualdades que ocurren en el país, y en sus carnavales, lo manifiesta de manera satírica”. Más de acuerdo con esta afirmación, uno no puede estar.
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