Cuentan los historiadores que, si uno se ubica en algunos puntos estratégicos del valle del Mantaro, puede observar toda la geografía de los Andes Centrales. Desde Jauja, hasta el mismo Huancayo – Sur. Así lo hacían los antiguos huancas.
Intrigado por algunas fotos que algunos colegas fotógrafos subieron a las redes sociales, llegue una mañana a la provincia de Jauja para buscar el famoso «Cuello de Tortuga»; también es conocido como la «Curva del Diablo», debido a una serie de accidentes trágicos ocurridos en esa parte de la carretera central, lugar que siempre se cobra vidas humanas, sometiendo a la fuerza la prudencia de los conductores. Solo con la precaria información, me enrumbé hacia al poblado de Huancas, con dirección a Yauyos; en el camino uno se topa con muchos jóvenes músicos, que con su saxofón al hombro, vienen alistándose para la famosa fiesta del 20 de Enero.
Luego de recibir la amable indicación de una vendedora de gelatina de patita, comencé el ascenso hacia el cerro ubicado al lado sur de la famosa provincia. A medida que avanzó, la carretera se transforma en una trocha como arenilla, de a pocos se pone cada vez más y más incómoda. Llegando al distrito de Huancas, me doy con la sorpresa de que he errado en el camino, debo volver y tomar un pequeño desvió, solo un par de kilómetros atrás. Confundido pero encantado con la belleza del paisaje, aprovecho los últimos minutos de la mañana para contemplar el hermoso paisaje.
Cuando el cielo de los Andes centrales se nubla, encuentro el camino final hacia esa curiosa formación de tortuga. La trocha está llena de baches, roca y barro, mermando de a pocos al avezado aventurero que llevo por dentro. Por momentos flaqueo, pues sacude violentamente al pasar sobre las piedras. Estas crujen haciéndome saber que no hace mucho la lluvia paso por ahí, dejando todo enlodado. A pesar de ser medio día, el viento aparece repentinamente anunciándome que la lluvia viene en mi alcance. Al ver la carretera serpenteante, uno se da cuenta de que en este punto, no hay vuelta atrás.
Finalmente, cuando la trocha parece no tener fin, el cerro se abre del lado izquierdo, dejándome a la vista el Cuello de Tortuga. Me toma por sorpresa, dejándome perplejo por un momento, contemplando al majestuoso morador de la Carretera Central. Todo el trayecto ha valido la pena. Rápidamente me bajo a fotografiar al ilustre residente, ya que el viento galopante rosando los arbustos y las rocas me grita. –i Viene la lluvia !-. Me ubico en lo más alto, de ahí puedo ver que es cierto que se puede apreciar gran parte de nuestro hermoso valle. El cielo nublado en el horizonte da calma y tensión a la vez.
Dejo algunas hojas de coca, con un poco de cañita para los Apus. Agradecido por tan cautivante escena, salgo raudo con las primeras gotas de una garua interminable. Este sin duda, es otro potencial turístico que casi nadie conoce. El paraje se presta para una buena caminata, algunos pobladores del lugar me comentan que solo lo conocen como “El mirador». Pero, me parece que merecería un nombre más peculiar, prometo volver para buscarle uno. Los paisajes de nuestro valle, son sin exagerar, un reto para cualquiera que se considere aventurero. En este round, quedamos empatados. Por poco pierdo.
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