Cuando sumas la aventura con la fantasía los viajes con niños no tienen nada de complicados.
Estaba extraviado en medio del bosque de Piedras de Huayllay y el gélido clima de la zona anunciaba que la noche sería de temer, al joven pastor que salió en busca de pastizales para sus ovejas no le quedó más remedio que encomendarse a los dioses y pedir su ayuda. Al ver que las intenciones del muchacho eran buenas los Taytas del ande decidieron darle posada en una cueva. En agradecimiento el joven compartió las hojas de coca y la botella de caña que llevaba y rendido por la noche el joven se quedó dormido, entonces los Taytas hablaron.
– “Veo que tiene buenas intenciones, llego hasta aquí buscando pasto para su ganado y el de sus vecinos. Por eso le daré oro”. -“Su corazón es bueno no dudo en compartir lo poco que tenía con nosotros. Yo le daré plata”. -“Por su fuerza y constancia yo le daré porvenir”. Terminó por señalar el tercer Tayta.
Al amanecer en lugar de la caña y la coca había oro y plata, el joven agradecido con los Taytas bajo al pueblo y confió la gracia de los dioses a uno de sus amigos, pero este era codicioso.
El codicioso apropósito fue muy tarde al Bosque de Piedras y fingió perderse, se metió a una cueva y se quedó dormido esperando tener oro y plata a la mañana siguiente. Entonces los Taytas hablaron.
– “Por querernos engañar yo le daré rabo”. “Por ser ambicioso yo le daré cachos”. –“Por su corazón manchado yo le daré lana”.
Al despertar el codicioso busco el oro y la lana, al no encontrarlo maldijo a los Taytas y regreso a su pueblo. Convertido en una oveja empezó a hacer maldades como derramar la leche recién ordeñada o espantar al resto del ganado, al ver que era una oveja foránea y muy malcriada los pobladores decidieron comérsela y así acabo el codicioso.
“Hay otro cuento el del Cuchipinta”, nos dice Albert nuestro joven guía que hizo de la Ruta Número 1 del Bosque de Piedras de Huayllay una extraordinaria aventura llena de mitos y leyendas que a cada paso descubrían una forma en las rocas. Esto es lo emocionante de llegar a un lugar y contactar con los guías locales, mejor aún si vas con niños quienes no solo disfrutan de la caminata (2 horas) sino de estar en un paisaje encantado.
Esta ruta es apta para niños a partir de los 9 años y junto a los cuentos y leyendas pueden apreciar formas rocosas como la de la tortuga, el pensador, el perrito, el mexicano, las monjitas, el estudiante, la cobra, el oso, un puente de piedra y la mano del diablo. Huayllay con niños no puedes perderte esta aventura.
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