Por: Max Rodríguez
Alrededor de los 7 u 8 años, atraído por el sonido de la aguja y el hilo atravesando el pellejo (que habitualmente se usaba en los bordados), Iván empezó a conocer sobre el mundo del bordado. Ya desde esa edad, para ayudar a su madre y como jugando, empezó a trabajar en el taller de su casa.
Iván nos comparte un recuerdo que tiene muy presente: “Desde que tengo uso de razón, a mi mamá le ayudaba con las agujas, recuerdo que me cobijaba entre los bastidores a molestarla”. Y es así, viendo trabajar a su madre, que se interesó por el arte del bordado.
Empezó haciendo los acabados en las mantas y chalecos que su madre preparaba con dedicación, pues con este trabajo sacaba adelante a su familia. Como en todo trabajo, poco a poco y con paciencia, fue mejorando, bordando tallos y hojas de diferentes dimensiones. Para luego bordar mangas, chalecos y polleras de mayor complejidad.
Lamentablemente el bordado a mano es un arte que con el paso de los años se ha ido desvalorizando, pues para realizar una sola pollera se invierte hasta 3 meses completos, llegando a valorizar una pollera en 3 000 soles; mientras que por el avance de la propia tecnología ahora podemos obtener trabajos parecidos con máquinas computarizadas en menor tiempo y a menor costo, pero a la vez que se sacrifica lo más importante, la identidad de una tradición.
“Si nos ponemos a evaluar en otras danzas, por ejemplo, de los shapish de Chupaca, usted va a ver a todos los vestuarios en alto relieve, nadie altera el vestuario […] nadie puede decir no le vamos a poner el relieve, ahora le ponemos bordado”, menciona Ivan a la vez que lamenta la poca formalidad que existe sobre aspectos como el vestuario del huaylarsh.
Por otra parte, hace unos años, el distrito de Huancán era fácilmente reconocido por trabajos de bordado, pero debido a la pandemia y como condicionante final, gran parte de estos artistas tuvo que buscar nuevas actividades económicas para poder subsistir. “Hoy en la actualidad es una gran tristeza, porque mucha gente vive de esto, así como yo, hacemos muchos trabajos en el entorno, pero por cuestiones económicas, también porque el bordado computarizado a reemplazado en gran parte a este trabajo”, enfatiza el maestro Carhuallanqui.
Iván quiso hacer su propio camino y se dedicó a la docencia nivel primaria por un tiempo, pero no se sentía completo, no era algo que lo llenara al nivel que lo hacía el arte. Al mismo tiempo, tuvo la idea de alquilar vestuarios para más danzas, no solo el huaylarsh o el Santiago, entonces decidió empezar en el negocio y así descubrió una nueva faceta, la de profesor de danzas.
En sus 38 años de vida, 20 de ellos dedicados a la artesanía y el arte, ha pasado por muchas experiencias, de las cuales ha aprendido. Es en este tiempo que se acercó a instituciones culturales de huaylarsh, y se sumergió más en el mundo de esta danza, aprendió más sobre la tradición y el sentir de la gente que lo practica.
Así se dio cuenta de lo valioso que era su trabajo de bordados. En su taller “Centro Cultural Identidad” trabaja junto a su tía y su esposa, y aunque no se gana demasiado con los bordados, ellos tienen claro que su misión en este momento es la de mantener con vida esta tradición y mantener a flote un aspecto de vital importancia, como es el bordado 100% a mano del vestuario del huaylarsh.
DATOS:
Dirección: Jr. Moquegua #833 – Huancayo
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