El centro poblado Espíritu Santo es capital de Antioquia, un distrito serrano en la provincia limeña de Huarochirí, a tres horas de la capital, cuyo atractivo turístico tiene apenas una década y los turistas ya se cuentan por miles.
Este pueblo estaba por ser despoblado hace diez años, según cuentan sus habitantes. Sin embargo, ocurrió algo milagroso, Antioquía y su capital, el centro poblado Espíritu Santo, se convirtió en uno de los principales destinos turísticos fuera de Lima, a 73 kilómetros, en pleno valle Lurín.
Tras un concurso de pintura promovida por monseñor Francois Oligny y la ONG Cied, el año 2004 encargaron al artista naif peruano Enrique Bustamante a darle color, él logró resaltar la iconografía andina en sus estrechas calles.
Así comenzó Antioquía, con una decoración de la iglesia y el local comunal. Luego de la resistencia de algunos vecinos, hoy la totalidad de fachadas de las casas exhiben coloridas aves, plantas y flores.
A medida que se recorre, se siente que el Espíritu Santo ha descendido para bendecir a sus habitantes, por siglos se dedicaron a la agricultura; hoy industrializan manzana y membrillo en la planta procesadora que instalaron en Cochahuayco, a diez minutos de Antioquía.
En Cochahuayco también se ubica una iglesia colonial del siglo XVII y el Qhapaq Ñan, el camino real Inca que conectaba el centro ceremonial Pachacamac (Lima) con los Xauxas, para luego extenderse hacia Huánuco Pampa, o al sur con Vilcashuamán.
El camino incaico es visible en gran parte del recorrido por el valle Lurín, pasar por San José de Nieve Nieve y Sisicaya es estar acompañado por el empedrado lineal precolonial. En el mismo Antioquía también existen lugares arqueológicos que urgen proyectos para su restauración y puesta en valor.
Antioquía es una ciudad de paso a Huarochirí, lugar donde nació el arqueólogo Julio C. Tello. Huarochirí está cargado de un misticismo precolonial, fue aquel bastión inca que incubó la rebelión de 1750 y que sirvió de inspiración al cacique José Gabriel Condorcanqui, autoproclamado Tupac Amaru II, en su gesta independentista de 1780.
Antioquía trasluce hoy esa cooperación decidida para el progreso. Creando así una marca destino para promover el turismo por medio del relato simbólico del retablo andino y está construyendo su propia historia. Este pueblo no ha sido premiado por el milagro, sino por ser un ejemplo de innovación para los 1874 distritos del Perú.
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