
La exigencia de títulos para enseñar en universidades abrió la puerta a programas de baja calidad que poco aportan a la formación académica.
La exigencia de que los docentes universitarios cuenten con una maestría, establecida por la Sunedu para elevar el nivel académico, ha tenido un efecto adverso en muchos casos. En lugar de mejorar la enseñanza superior, esta medida ha impulsado una oferta masiva de maestrías de baja calidad, promovidas por universidades que priorizan el negocio antes que la formación rigurosa.
Los programas, especialmente en áreas como Educación Universitaria, carecen de contenidos sólidos. Algunos docentes delegan la enseñanza a los estudiantes sin brindar herramientas reales para la reflexión crítica. Actividades mal diseñadas y poca orientación pedagógica han hecho que muchos alumnos terminen sus estudios con más dudas que conocimientos.
El problema es aún más grave en el campo de las Humanidades. Profesionales de Filosofía o Literatura, que no pueden costear estudios de posgrado porque el mercado laboral les cierra las puertas, quedan atrapados en un limbo académico. Mientras tanto, docentes con maestrías formales pero sin verdadera preparación acceden a cargos que ellos no pueden alcanzar.
A esto se suma el aumento de tesis aprobadas sin rigurosidad, evidenciando un sistema que premia el título antes que el mérito académico.
La educación superior debe formar con calidad, no solo certificar. Un cambio de fondo es urgente si se quiere evitar que el título de magíster siga siendo, en muchos casos, solo un papel sin contenido.
Fuente: Perú21 / 15/05/2025
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