Por: Fiorella Torre
Fotos: Max Rodríguez
Máximo Arístides Quispe Heredia, desde muy pequeño tuvo la inquietud por las artes musicales, lo cual hizo que, durante la escuela, él integrará la banda escolar de la escuela N°5308, la muy conocida escuelita de cartón.
La herencia musical vino de parte de su papá, quien lo apoyó y reforzó en las inquietudes artísticas de Máximo. Siguiendo los méritos que poco a poco iba alcanzando, Arístides, llegó a pertenecer a la banda de la “Gran Unidad Escolar Túpac Amaru” en su segundo año de secundaria. Hecho que marcaría un precedente muy importante en su vida.
Su maestro Silvino Reyes Jesús, a quien recuerda con mucha estima, y el responsable de que Máximo incursionará y aprendiera instrumentos de viento: trombón de pistones, saxofón, tuba, y eufónico. Fue quien reforzó sus habilidades haciendo que a los 15 años integrará la agrupación “Happy blue Boys” de Marco Antonio Guerrero Mogollón, quien los invitó a pertenecer en la orquesta.
En enero de 1974, luego de haber culminado el colegio; adicionó para la orquesta “Santiago Silva y Hermanos”, en Lima. Un año después, adicionó e ingresó al Conservatorio Nacional de Música. Fue así que inició su proceso de profesionalización musical, luego de los 5 años de estudio, en 1980, integra la banda de la policía nacional de investigaciones, donde se asimiló por dos años. Su meta fue clara desde un inició, él quería pertenecer a la Orquesta Sinfónica Nacional, fue así que en 1982 aduicionó, ingresó y permaneció ahí por 7 años hasta 1989.
Luego de eso, emigró a Venezuela, para aprender más de su cultura, mixtura musical y su folklore, donde aprendió y se involucró en muchos proyectos musicales de ese país, lo que le sirvió para que luego de la crisis venezolana, regresará a Perú, para seguir dejando esa huella musical. Con todos los conocimientos adquiridos en el vecino país, sobre proyectos sociales relacionados con la música, creó la Asociación Civil de Música y Cultura, donde trabajan el desarrollo musical de forma académica con niños en factor de riesgo.
Trabajaron durante 3 años en el Puericultorio Pérez Araníbar y actualmente trabajan con otras organizaciones. Considera que en el Perú estudiar música es caro, y qué muchas veces las personas con talento, no pueden gestionarlo ni enriquecerlo por motivos económicos.
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