La comunidad de San Juan de Ocros revaloriza esta práctica incaica como experiencia cultural, ecológica y de desarrollo local.
En las alturas de Ayacucho, a más de 4.000 metros sobre el nivel del mar, la comunidad de San Juan de Ocros celebró el último chaccu de vicuñas del año. Esta práctica ancestral quechua, cuyo nombre proviene del término chaku (“captura”), consiste en reunir a las vicuñas en su entorno natural, esquilarlas cuidadosamente y liberarlas, obteniendo así la fibra más fina del mundo sin dañarlas.
Según el Consejo Nacional de Camélidos Sudamericanos (CONACS), el chaccu tiene raíces incaicas y combina aspectos productivos, ceremoniales y sociales. Actualmente, se mantiene vivo en regiones altoandinas como Ayacucho, Cusco, Puno, Huancavelica y Arequipa. En cada evento, la comunidad organiza cantos y ofrendas a la Pachamama, reforzando el valor espiritual y cultural del rito.
Durante la jornada en Ocros, participaron turistas, periodistas y representantes del Patronato Pikimachay. Armando Pariona, joven comunero, impulsa desde hace años la articulación del chaccu con el turismo sostenible. Su iniciativa busca generar desarrollo económico, conservar la biodiversidad y fortalecer la identidad cultural.
Así, Ayacucho apuesta por un modelo de turismo vivo, donde el visitante se conecta directamente con una herencia milenaria que continúa vigente en los Andes.
Fuente: Perú21 / 29/09/2025
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