
Una de las fiestas más importantes de esta ciudad se da luego de terminada la Semana Santa.
El Perú es una tierra en las que las manifestaciones tradicionales se pueden hallar en casi todo el territorio. Esto es motivo más que suficiente para que los involucrados en dichas ceremonias o expresiones se esfuercen en demostrar lo importante que es para ellos seguir manteniendo sus tradiciones a pesar del paso de los años.
Por ejemplo, en Huancavelica, en la villa de Orepeza, se suele vivir una de las más grandes tradiciones que tiene la zona y se trata de la bajada de cruces que colocan en los picos de cada cerro importante de esta ciudad.
De todos ellos, el que más llama la atención es la cruz ubicada en el cerro Potocchi y esta es la manera en la que pobladores locales y turistas celebran esta importante fiesta.
Según dictan las normas locales, la ceremonia de la baja de la cruz del Señor de Potocchi comienza desde muy tempranas horas, cuando unas llamas, guiadas por su capitana, llevan todos los alimentos que serán consumidos horas más tarde por cargadores, jaladores y todos los seguidores durante la bajada.
Entre sus pertenencias, los acompañantes de la cruz llevan consigo hojas de coca, cigarro y caña que serán usados como ofrendas para los apus. Y para evitar el mal de altura.
Para aquellos turistas que por primera vez harán el duro recorrido, los mayordomos ofrecen varios elementos de seguridad para que no tengan problemas.
En la cima
Sobre los 4420 metros sobre el nivel del mar se halla una pesada cruz de madera, de nueve metros de altura, a la que acuden miles de fieles de todas zonas aledañas una semana después de finalizada la Pascua en honor al Espíritu Santo.
Tras la misa respectiva, se necesitan cientos de peregrinos para comenzar a bajar la pesada cruz. Esto se hace bajo el ritmo de la música que tocan los pituteros y el huaccrapuy. Si el camino hacia arriba es duro, para abajo lo es más.
Un detalle para tomar en cuenta es muchos mayordomos supervisan que nadie pase sobre las cuerdas. Ocurre que este hecho es tomado como una falta de respeto para los locales. De hacerlo, con o sin intención, el culpable será azotado por los demás jaladores o las mujeres encargadas que toda la ceremonia se realice a la perfección.
Un show para todos
Este espectáculo impresionante es observado por el resto de fieles, turistas y curiosos que llegan hasta la zona y ven el arduo trabajo de los cargadores.
En cada pausa o descanso que se toman, la capitana les da hoja de coca para que sigan con la fuerza con la que comenzaron. Además de una refrescante chicha de jora para calmar la sed de los participantes.
Luego de pasar casi todo el día, en el proceso de la bajada de la cruz del señor de Potocchi, esta llega casi al atardecer a la capilla de Ascención, en donde guardará reposo hasta el mes de mayo para ser parte de la fiesta de Cruces.
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