Su género las hace merecedoras del respeto y la admiración de sus semejantes, en sus sociedades es más importante el ser, que el tener, pues gracias a ello son dignas de tomar decisiones importantes en todo sentido. Demos una mirada a los matriarcados que aún subsisten y los que existieron en nuestra sociedad.
Por: Verónica Lévano
En marzo pasado cuando el gobierno dictaminó las salidas diferenciadas de género provocó un cierto caos, porque muchas personas no obedecían esta medida, los integrantes del movimiento LGTBI se sintieron discriminados, muchas ONG´s se pronunciaron sobre el tema y como de costumbre los memes y posts referentes a ello no se hicieron esperar en las redes sociales. La cuestión de fondo iba a responder la siguiente interrogante ¿es el Perú un país donde prima el patriarcado o el matriarcado?
Antes de crear controversias pasemos a definir ambos términos: El patriarcado es una forma de organización social en la que el hombre ejerce el liderazgo y en la cual la mujer no representa un rol importante y hasta se puede decir que se encuentra en una posición de sometimiento. Por otro lado, su contraparte lingüística, el matriarcado, se da cuando las mujeres tienen capacidad de decisión en temas políticos, sociales, económicos, religiosos y tienen la custodia de los hijos, según Anna Boyé “son sociedades donde la mujer tiene una autoridad no coercitiva y reconocida por consenso”.
Alrededor del mundo y en pleno Siglo XXI aún existen sociedades matriarcales, donde la responsabilidad recae en manos de quienes llevan la situación en armonía y con firmeza, a continuación, conozcamos sus particularidades.
Los Mosuo en China, son un grupo humano, donde las mujeres administran los bienes, toman las decisiones y crían a los hijos, en caso de tener una pareja el hombre la visita solo en las noches y debe regresar a casa de su madre antes del amanecer, lo que denominan matrimonio ambulante, ellos no tienen obligaciones con sus hijos, más bien deben estar involucrados en la crianza de los hijos de sus hermanas, primas, etc. Los ingresos del hombre le corresponden a su familia materna.
En el caso de la Comunidad Bijagó de Africa, las parejas tienen su propia vivienda, las mujeres toman las decisiones económicas, administran la ley y organizan el trabajo, son admiradas por su temple. El papel del hombre es encargarse de cultivar la tierra y pescar, ellos son considerados débiles por naturaleza, como niños que deben cuidar, sin embargo, son un apoyo para sus esposas.
En ese sentido, para estas sociedades, el decir que las mujeres son poderosas implica poder llegar a acuerdos con los hombres para tener una vida mejor, en si para ellos, ambos géneros se complementan. Las mujeres son respetadas y queridas por su sabiduría, su capacidad de dar vida y no se imponen a la imagen masculina.
Matriarcado en el Antiguo Perú
Durante mucho tiempo se creyó que el papel de la mujer en el Antiguo Perú estaba totalmente subordinado al del hombre, esto debido a que el Imperio Inca fue uno de los últimos que dominó el territorio y en su estructura política la mujer ocupaba un rol secundario, sin embargo, ellos reinaron alrededor de 80 años, que es una pequeña parte de todo el bagaje histórico que el antiguo Perú ha podido acumular a través del tiempo.
Por otro lado, en investigaciones históricas, como las crónicas de María Rostworowski, se hace referencia a caciques mujeres al mando de poblaciones e incluso ejércitos que lucharon con los incas. Asimismo, a lo largo de los últimos 4000 años existen algunos casos evidentes de que el matriarcado existió en el Antiguo Perú.
Como en la Civilización Caral, a través de su cerámica rudimentaria se pudo saber que la mujer ocupaba un alto nivel jerárquico, pues, los edificios que iban a dejar de ser utilizados eran sepultados junto con ofrendas, estatuillas, unas muy ornadas que representaban a la suma sacerdotisa y otras de varones desnudos en actitud de obediencia.
También en la Cultura Mochica hallamos a la dama de Cao, sepultada con símbolos religiosos y militares, coronas y collares de oro y plata, adornados con piedras preciosas, clara evidencia de que ella ostentaba el poder político en el Valle de Chicama. Además, su cuerpo poseía tatuajes que simbolizan fertilidad, poder político y el oficio religioso.
A su vez, en San José de Moro en la Libertad, se encontraron varias tumbas de sumas sacerdotisas en cuyos ajuares y ofrendas se notaba claramente su status, además del hecho de estar acompañadas por los cadáveres de subordinados, se ha confirmado que estuvieron a la cabeza de la religión moche en el valle entre los años 650 y 800 de nuestra era.
Por último, en el Valle de Huarmey se hallaron restos de un palacio Wari, debajo del cual había una tumba con tres mujeres nobles de alta jerarquía, enterradas con advornos de oro y símbolos de rango, también se halló una corte de 60 mujeres que las acompañaron al más allá.
Ahora, volviendo a la pregunta, podemos decir que en el contexto peruano ninguna de estas figuras gobierna totalmente nuestra sociedad, es notable el liderazgo del género masculino a nivel del Estado, sin embargo, en las familias mayormente gobierna la mujer. Además, contamos con organizaciones que alientan una mayor participación y empoderamiento de la mujer, pues de cierta manera, si el género femenino accede a oportunidades, alcanzarlas conlleva un mayor esfuerzo que para los hombres.
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